Autor(es): Nina Aminzadeh Goharrizi, Ali Razmkhah, Hamed Shahiki
Fecha de publicación: 3 abril, 2021
El territorio de vida del pueblo baluchi de Chahdegal es un ejemplo potente de un sistema social y ecológicamente interconectado en paisajes desérticos y semidesérticos. Los baluchis migran por temporada y tienen una afinidad fuerte con su rebaño de camellos, como también con sus escudos confeccionados con materiales vegetales que los protegen de las tormentas de arena del desierto. Mediante la conservación intencional de su territorio, se aseguran tanto de la biodiversidad ecológica como el bienestar humano, lo que garantiza la resiliencia a largo plazo y la sostenibilidad. A pesar de la gravedad y el alcance de las amenazas naturales y también de las perpetradas por los humanos, las comunidades continúan luchando para mantenerse ellos mismos y al territorio con vida.
“Nuestro territorio de vida ha estado formando nuestra identidad. Hemos aprendido a usar los recursos de nuestro territorio con cuidado. Si construimos un nuevo hogar, el anterior no se destruye. Nunca nos deshacemos de nada, sino que lo reutilizamos con un nuevo propósito”.
Changiz [Genghis] sabio de la subtribu Kamalan-Zehi Foto: Hamed Jalilvand
580 000 hectáreas
Tribus nómadas migraron a Chahdegal hace 150 años
Población de 6053 habitantes
Según los sabios, la tribu Shahiki, parte del pueblo nómada baluchi de Irán, migró a Chahdegal hace aproximadamente 150 años cuando escapaban de las amenazas del gobierno y otras tribus invasoras; y fue en esta área de gran biodiversidad y riqueza de recursos naturales donde encontraron refugio. Durante ese tiempo, para complementar su estilo de vida tradicional nómada, el pueblo de Shahiki comenzó a formar pequeñas aldeas y a desarrollar sistemas de agua subterráneos (qanats) para la agricultura. Esto incentivó a más subtribus baluchis a migrar a Chahdegal, donde hoy hay 6053 habitantes divididos en dos tribus principales y más de diez subtribus.
La flora y fauna silvestre y doméstica juegan un rol preponderante en la resiliencia y sostenibilidad de este medioambiente que cuenta con una biodiversidad muy abundante (Aminzadeh et al. 2019). El territorio de vida del pueblo baluchi de Chahdegal consiste en varias subsecciones y abarca extensas áreas de ecosistemas desérticos y semidesérticos, en un terreno de aproximadamente 580 000 hectáreas, cerca de la mitad del tamaño del Líbano. Al ser comunidades seminómadas, los baluchis de Chahdegal usan este lugar, que es un paisaje árido ubicado en la provincia de Kermán, estrictamente como su “tierra de invierno” (Qeshlag); y el Kuh-e-Zendeh, un paisaje semiárido situado en las provincias de Sistán y Baluchistán como su “tierra de verano” (Yaklak).
Polígono
Área aproximada (km2)
Territorio de camellos
1800
Territorio de la tribu Hoot
700
Territorio de Chahdegal
800
Tierra de verano Shahiki
3000
Territorio de Shahiki
100
Total (considerando los solapamientos)
5800
Área aproximada de los polígonos de Chahdegal
Los baluchis de Chahdegal se identifican como Pueblos Indígenas pertenecientes a la amplia comunidad étnica baluchi iraní.[1] Tienen su propio idioma baluchi, religión (islam sunita, una minoría en Irán), cultura tradicional, vestimenta y rituales. Su identidad está profundamente asociada a su territorio, que guarda un lugar particular en la conciencia colectiva de la comunidad y su sentido compartido del pasado. Esta relación histórica con su entorno implica que el pueblo baluchi de Chahdegal define con seguridad su propio territorio, demarcan con claridad sus áreas de verano e invierno, sus rutas migratorias, y otros recursos naturales relacionados, tal como pudo observarse en el proyecto participativo llevado a cabo por los autores (Aminzadeh et al. 2019).[2] Sin embargo, gran parte de esto continúa sin ser reconocido por el estado iraní.
Gobernanza y distribución equitativa: el consejo tribal de sabios de Chahdegal
El pueblo baluchi de Chahdegal tiene un sistema colectivo de gobernanza que incluye instituciones para la toma de decisiones y otros métodos tradicionales basados en la estructura social tribal.
La principal institución de toma de decisiones es el consejo de sabios de Chahdegal, la cual se estructura alrededor del Sardar (el jefe de todas las tribus), y otros sabios que consultan con él en los procesos de toma de decisiones. El consejo también está formado por representantes de todas las subtribus que tienen autoridad para gestionar partes del territorio de vida y resolver conflictos. El consejo toma todas sus decisiones basándose en conocimientos tradicionales y experiencias, por lo tanto, estas decisiones son consideradas justas y transparentes por los miembros de la comunidad. Hasta hace treinta años, el consejo se reunía en un lugar específico llamado Kerteki.[3]Al ser tierra comunitaria compartida por todos, la idea era que las decisiones tomadas en el Kerteki serían justas e imparciales, no obstante, hoy debido a motivos religiosos, el consejo se reúne en mezquitas locales. A pesar de los desafíos, la credibilidad del consejo de sabios ha posibilitado que el sistema tradicional de gobernanza se mantenga vivo, dinámico y en concordancia con las necesidades cambiantes de la comunidad y el medioambiente.
Además del Consejo, el pueblo baluchi de Chahdegal cuenta con otros métodos tradicionales para gobernar su territorio. Por ejemplo, Tir-Andakhtan es un método para distribuir tierra de cultivo, en el cual uno de los sabios demarcará varias áreas de tierra utilizando una serie de marcadores únicos (pequeñas piedras o excremento de animal, por ejemplo) y cada marca corresponderá a un área determinada de tierra a la que cada agricultor tendrá acceso. La lógica detrás de este método, que se cree sigue una justicia divina, es que cada agricultor tiene acceso tanto a una porción de tierra de buena calidad (con tierra más fértil y cerca de un qantas, que es necesario para el riego), como también a una de calidad más baja.
El pueblo baluchi de Chahdegal también ha desarrollado regulaciones para la caza de animales que se pueden encontrar en su territorio, tales como jabalíes, cabras salvajes, carneros y conejos. Solo un número limitado de personas (la mayoría de ellas pertenecientes a la casta social más alta) tienen permitido cazar en tierras de caza comunes. La carne debe distribuirse entre todos los miembros de la subtribu y cualquiera que sea ajeno a esta comunidad tiene terminantemente prohibido cazar allí.
El gobierno de Irán ha nacionalizado el territorio ancestral del pueblo baluchi de Chahdegal, al igual que sucedió con otras tribus nómadas. Además, el área de verano de su territorio de vida se designó como área protegida del gobierno, por lo tanto, las comunidades han perdido la propiedad colectiva de la misma. Aun así, el gobierno respeta de todas formas su derecho de tenencia y sus métodos de gestión, lo cual asegura la conservación de su tierra y su biodiversidad rica. En el área de invierno, el gobierno no ha llevado adelante acciones serias para restringir el acceso de las comunidades a las tierras de cultivo, sin embargo, se están enfrentando cada vez más desafíos, pues la Oficina de Recursos Naturales Locales les impide plantar palmeras en tierras nacionalizadas, y también se ven afectados en su acceso a los recursos naturales por autoridades del gobierno local que han llegado a enjuiciarlos.
“Tenemos “tierra orgullosa” en nuestro territorio de vida. Esto es un verdadero regalo de la naturaleza y todos somos responsables de salvarla a ella y su biodiversidad”.
Ali Khorram, sabio de la subtribu Jomeie. Tierra orgullosa en la lengua baluchi significa “tierra productiva”.
Un sistema de valores: camellos, árboles Prosopis, y la conexión con la tierra
Los valores socioculturales del pueblo baluchi de Chahdegal están íntimamente ligados a su medioambiente, como puede observarse en sus vidas diarias. Por ejemplo, muchos de los artefactos de la comunidad (alfombras, carpas y bordados) están elaborados con materiales locales y adornados con patrones que reflejan la flora, la fauna, la geografía y el clima del lugar. Asimismo, las casas se construyen utilizando el profundo conocimiento que tienen de los materiales locales (como por ejemplo ladrillo, adobe, lana de cabra, Tamarix seco o ramas de palma) y teniendo en cuenta la dirección e intensidad de los vientos de cada estación.
Estos valores socioculturales también se ven reflejados en la relación espiritual inquebrantable con su territorio. En particular, la relación del pueblo baluchi con el árbol Prosopis y con los camellos demuestra su gratitud por los regalos de la naturaleza que hacen que la vida sea posible en Chahdegal. Por ejemplo, varios rituales, incluido el sacrificio de animales, se llevan a cabo bajo un árbol Prosopis determinado, que a su vez es sagrado. Otro ritual celebrado allí es el llamado Ziarat-e-Sed-Soleiman, que consiste en atar una tela a sus ramas para pedir por la lluvia y la buena fortuna.
En el territorio de vida del pueblo baluchi de Chahdegal la alimentación de la comunidad depende en gran medida de los regalos de la naturaleza. Sus medios de vida se sostienen gracias a la agricultura (cultivo de palma, trigo, cebada y alfalfa) y el pastoreo seminómada (cría de camellos, cabras y ovejas). Toda la comida y las hierbas medicinales de la comunidad provienen de su entorno inmediato. Algunos de estos productos son vendidos en mercados locales, por ejemplo, los dátiles (uno de los principales cultivos de Chahdegal), los camellos macho y las cabras, los que solo se ofrecen en número reducido y particularmente durante años más áridos para prevenir el sobrepastoreo en sus propios pastizales. Sin embargo, la mayor parte de la producción es consumida por la comunidad. En este sentido, tanto el conocimiento de su entorno natural como sus sistemas de gobierno y gestión tradicionales les asegura que toda la población de Chahdegal pueda subsistir en el territorio. Por ejemplo, las mujeres baluchi de Chahdegal practican un sistema participativo llamado Badali, por el cual comparten la leche de cabra entre ellas y, de esta manera, garantizan que todas las familias tengan acceso a una cantidad apropiada de leche por comida.
Los conocimientos, valores y prácticas tradicionales contribuyen a la resiliencia de la gente de Chahdegal frente al cambio climático y la degradación ambiental. Dentro de su territorio de vida, han clasificado al menos cuatro tipos de vientos y nueve tipos de suelos. Esto significa, por ejemplo, que saben con precisión dónde plantar árboles Prosopis que actúen como escudos ante tormentas de arena que, de otra manera, destruirían las aldeas y tierra de cultivo cercanas. Es decir que saben cómo hacer uso de estos distintos tipos de tierras, que son traídas por el viento y luego se acumulan debajo de los árboles Prosopis, para mejorar la fertilidad de los terrenos agrícolas.
“Los camellos son todo para el pueblo baluchi. Son parte de nuestras familias. Los baluchis y los camellos somos parecidos; tranquilos y orgullosos”.
Kad-Khoda, sabio de la tribu Houthi
La relación de la comunidad con los camellos también tiene un papel fundamental en la conservación de este territorio de vida. Debido a la habilidad de los camellos para vivir en ecosistemas desérticos muy duros, los baluchis de Chahdegal tienen regulaciones consuetudinarias específicas para estos animales que, por ejemplo, prohíben la venta de su leche o carne y solamente permiten su sacrificio en un día religioso en particular, el Eid-e-Ghorban (fiesta del sacrificio). A su vez, usan ampliamente el efecto fertilizante que tiene el excremento de camello en sus campos y pastizales que contribuye al enriquecimiento de la biodiversidad, al distribuir semillas de flora silvestre como Prosopis, Calligonum, y Desmostachya bipinnata.
Al ser una comunidad que se dedica a la cría de camellos, los baluchis de Chahdegal se identifican profundamente con estos animales, infundiendo en ellos sus propios valores sociales; como también estableciendo costumbres notablemente precisas para nombrarlos basadas en la edad, sexo y diferentes etapas en la vida del camello. Incluso, los consideran parte de sus propias familias.
Los baluchis de Chahdegal practican varias técnicas habituales para prevenir el sobrepastoreo y el daño a la diversidad de la flora. Por ejemplo, Gole Kardan implica que uno de los sabios evalúa la capacidad de pastoreo de la tierra antes que llegue el ganado en la primavera; y Keid Kardan significa que las patas delanteras del camello líder de la manada son atadas para así controlar la dirección y el rango de sus movimientos y, en consecuencia, los de toda la manada. Ejemplos como estos demuestran que la relación íntima que se da entre humanos y animales en el pastoreo de camellos y la cría de ganado en Chahdegal es un sistema biocultural optimizado para el uso sostenibles de recursos escasos en este territorio de vida semidesértico.
Palmeras enterradas en la arena en Chahdegal. Foto: Hamed Jalilvand
Mujer baluchi produciendo Tegerd, un tapiz para piso tradicional hecho de hojas de palma. Foto: Nina Aminzadeh
Mujer baluchi con su vestimenta tradicional. Foto: Hamed Jalilvand
Casa tradicional en Chahdegal, construida con ladrillos y adobe preparado con materiales locales. Foto: Elahe Azarnoush
En Chahdegal las mujeres son las encargadas de alimentar al ganado, con excepción de los camellos. Esta mujer baluchi muestra la cantidad de comida para una vaca baluchi. Foto: Nina Aminzadeh
Carpa negra de los baluchi. Foto: Hamed Shahiki
Plantar Prosopis: amenazas, resiliencia y el deseo de reconocimiento
Actualmente, el territorio de vida de los baluchis de Chahdegal se enfrenta a una serie de amenazas, tanto naturales, como provocadas por el humano. La escasez de agua y las sequías estacionales se ven exacerbadas por la crisis climática y por políticas gubernamentales inadecuadas, entre ellas, la construcción de una represa agua arriba en 2009.
Las comunidades están expuestas a tormentas de arena más de 300 días al año que representa un incremento significativo, lo cual ocasiona una erosión grave del suelo. La construcción de una represa y la propagación de pozos hechos con motobombas interfiere con los sistemas de riego tradicionales. Esto sumado a la reducción de reservas subterráneas de agua está ocasionando que muchos árboles Prosopis y Tamarix se sequen. La rica biodiversidad del área está en peligro de verse disminuida.
“Durante los últimos cuarenta años, lidiar con cambios se ha convertido en una parte inevitable de nuestra vida; sin embargo, la rica biodiversidad de nuestro territorio de vida ha fortalecido nuestra resiliencia para hacerle frente a situaciones críticas por nuestra cuenta”.
Sardar Ali Reza de la tribu Shahiki
Las comunidades han desarrollado varias iniciativas para resolver estas amenazas. Un ejemplo de ello es que construyeron escudos contra el viento alrededor de las aldeas y las tierras de cultivo usando materiales naturales (como follaje de palma o árboles Prosopis) para prevenir la destrucción causada por las tormentas. A su vez, plantaron vegetación tolerante a la sequía como la flor de Jamaica (Hibiscus sabdariffa) u otras mezclas de variedades de trigo que se adaptan al cambio climático. Por otro lado, redujeron el tiempo de pastoreo en las tierras de verano para permitir que las plantas se recuperen. Esto significa que la comunidad ahora se queda menos de tres meses al año en su tierra de verano, cuando treinta años atrás lo hubiera hecho por cinco o seis meses.
Estos ejemplos representan la resiliencia y habilidad evidentes de las comunidades para adaptarse a un medioambiente que cambia, lo que les permitirá enfrentarse a un futuro cada vez más incierto de una mejor manera. El profundo sentimiento de solidaridad comunitaria junto con instituciones consuetudinarias bien diseñadas, un estilo de vida basado en la migración que les permite una adaptación flexible y el vasto conocimiento de su entorno son otros elementos que les dan la posibilidad de gestionar sus recursos naturales de manera sostenible y de conservar la biodiversidad rica de su territorio.
El pueblo baluchi de Chahdegal expresa su deseo de que el futuro de su territorio de vida refleje tanto como sea posible la vida de sus ancestros. Ellos saben que las fuerzas que afectan sus vidas y recursos, como el cambio climático o interferencias gubernamentales que vienen de cargos superiores, son manejadas por actividades de terceros, tanto a nivel local como mundial. Una esperanza inmediata es que las autoridades estatales reconozcan la tenencia de tierra de su territorio de vida, al igual que sus derechos al agua y sistemas de riego tradicionales. Finalmente, el pueblo baluchi de Chahdegal quiere tener la posibilidad de fortalecer sus propias instituciones consuetudinarias mediante la integración del conocimiento tradicional con el actual para así combatir la desertificación de su tierra.
Referencias
Aminzadeh, Nina, et al. 2019. «Comprensión cognitiva, análisis participativo y formulación del plan de desarrollo endógeno para el territorio del pueblo indígena baluchi» CENESTA. Teherán. Irán.
[1] Los baluchis se encuentran asentados también en Pakistán, Afganistán e India; con una población total estimada de alrededor de 10 millones, de los cuales por lo menos 2 millones viven en Irán: https://es.wikipedia.org/wiki/Baluchi.
[2] El estudio está basado en los resultados del proyecto Chahdegal «Comprensión cognitiva, análisis participativo y formulación del plan de desarrollo endógeno para el territorio del pueblo indígena baluchi», región de Chahdegal, CENESTA, fundada por la corporación Kerman Khodro.
[3] Las personas también llaman ese lugar T’al-e-Shariát (Sharia) porque allí celebraban algunas ceremonias religiosas.
Acerca de los autores / las autoras
Hamed Shahiki es investigador sobre ecología y el impulsor local del proyecto de desarrollo de Chahdegal.
Nina Aminzadeh es gestora de proyectos y facilitadora en sistemas de gestión del agua basados en la comunidad y medios de vida sostenibles.
Ali Razmkhah es asesor jurídico en derechos de pueblos indígenas y comunidades locales sobre sus territorios para CENESTA (Miembro del Consorcio TICCA) y Coordinador Regional para Asia Occidental y Central y el Cáucaso del Consorcio TICCA.